Estoy de vuelta ¡Sí!
Te cuento :
La semana pasada los peques estaban una semana en Gales en un viaje de “iniciación” a lo que podría ser salir a estudiar fuera de casa, vivir con una familia que no es la suya, adaptarse a costumbres nuevas…
El veredicto fue bastante bueno, lo pasaron en grande.
Comían comida basura a go-go. Lo de la comida sana no ha llegado aún a tierras Galesas.
Nadie les “taladraba” con mil indicaciones sobre lo que tenían que hacer, lo que devengó en que mi hijo uso solo 3 pares de calcetines en 7 días.
Pero también encontraron mucho a faltar, la atención y los mimos de sus padres y sobretodo echaron en falta alguien que quitará siempre los pelos de la ducha 🙂 esa soy yo, por eso los niños siempre echan más de menos a su madre.
Por el otro lado a mi me sirvió para repensarme con calma.
Hace ya casi dos años que terminé con todo el tratamiento, y la rutina diaria me ha ido arrastrando y han pasado las semanas, los meses y aunque ya me he recuperado bien de los efectos secundarios de los chutes de quimioterapia y radiaciones varias, me ha costado, me sigue costando gestionar miedos y me cuesta mucho mostrar quién soy ahora.
Porque desde ese día tan feo de finales del 2015, he estado en un proceso de cambio, un cambio que va más hacia dentro que hacia fuera y que cuesta mostrar y contar.
A veces pienso que estoy volviendo a la esencia de quien siempre he sido en realidad.
Eso me gusta mucho, creo que ya era hora. Me lo debía.
Va a ser que ese día tan feo, al final, venía cargado de sol. Como en el cuento del patito feo, vaya.
Para resetearme y desbloquearme, sentí que necesitaba ordenar.
El orden me aporta una sensación de control sobre mi vida como pocas cosas, así que me puse en modo Kondo.
Lo hice en modo intensivo, fueron dos días de empezar temprano y no parar hasta bien tarde. Soy impaciente y si quiero hacer algo lo quiero ver terminado ¡ya! Además, que quieres que te diga, me gusta el orden, pero no estoy tan segura de que me guste ordenar.
Con esa sensación que deja haber terminado una tarea de las titánicas, aproveche el tiempo libre que te deja estar sin niños, para dejar mi lista de to-do’s a cero, sí, esa lista que todas tenemos ya sea en papel, en digital o directamente en la mente, con cosas que queremos hacer y nunca encontramos el momento.
Aligerar seria la palabra clave. Aligeré mi mente y eso dejó para que los pensamientos se reordenaran, para que las energías fluyerán y por fin pueda de nuevo mostrarme tal cual soy.
Ahora sonará a momento fan, a chorrada o a lo que sea, pero como soy como soy, y soy muy de decir las cosas como me vienen a la mente, pues quiero dar las gracias a Andrea Amoretti.
Había oído mucho de ella, pero no la seguía demasiado, la escuche hablar en Blogs and Cava, me cautivó su feminismo.
Sus posts en instagram, sus news, no sé decirte porqué, pero son en parte culpables de que me planteara que tenía que romper ese bloqueo tonto y que tenía que volver a hacer lo que me gusta. Que las cosas no pasan de la noche a la mañana, pero si te mueves, siempre pasan cosas.
Lo dicho, gracias.
1 Comentario
què bonic llegir-te així 🙂